domingo, 28 de diciembre de 2014

Mercedes y Manuela, el bar de Ali


  En Torrijos solo hay dos o tres sitios a los que somos fieles desde hace 14 años (o más). La pizzería Mardel (que ya tiene su entrada en el blog) y el sitio al que acudimos siempre que el trabajo y demás azares de la vida nos lo permite: Cafetería Mercedes y Manuela.

  La dueña de esta cafetería, por cierto, no se llama ni Mercedes ni Manuela, sino Alicia y ha sabido atraerse hacia si a una clientela fiel que la ha acompañado desde sus inicios en el Mesón Iniesta, más tarde en el Chiscón del Alquimista y desde hace unos años en la citada cafetería frente a la Plaza de los Descubrimientos.


  La ubicación en la zona del centro de salud, el juzgado o los supermercados hace que por las mañanas sea una cafetería en la que tomar el mejor café de Torrijos (de la marca Camali, por cierto), tostadas de "pan.-pan" en sus diferente variedades (con aceite, tomate, mermelada, paté), cruasanes de generoso tamaño o bocadillos y montados igual de generosos.


  El gran atractivo del Mercedes y Manuela es su terraza, sin duda de las más fresquitas de Torrijos y en la que uno puede relajarse sin agobios con un buen granizado de limón natural que Alicia prepara al momento, cañas y jarras de cerveza heladas o si (como nosotros) echas el ancla y acampas allí tarde y noche, puedes cenar desde una hamburguesa XXL hasta una ensalada pasando por toda clase de raciones y bocadillos.

  Si lo que prefieres es tomarte una copa tranquilo, aquí te la puedes tomar con la tranquilidad de saber que el alcohol es de calidad. Si eres aficionado a la ginebra (como un servidor) puedes tomar desde las clásica Beefeter o Tanqueray, pasando por las "premium" Hendriks o Gin Mare o la gallega Nordés.





  El bar de Ali es mucho mas que desayunos, es el bar "total". Vayas a desayunar, a tomar el aperitivo, la merienda, a picar algo o a tomar una copa, siempre habrá alguien que te conoce o a quien conoces, porque el Bar de Ali es sin duda el Cheers de Torrijos:
"Sometimes you want to go 
Where everybody knows your name, 
and they're always glad you came..." 

domingo, 7 de diciembre de 2014

De tapas en el Cuchifrito



  Los que tenemos cierta edad conocimos el esplendor de la zona de la Avenida de Europa en Toledo gracias al centro comercial Zoco Europa. Después del intento fallido del centro comercial Buenavista (justo enfrente de la comisaria de Policía) parecía que este centro comercial había calado entre los toledanos y que tendría una próspera y larga vida. Evidentemente, no fue así.

  De aquella época, además de los multicines, recordamos el restaurante Abrasador, el restaurante Acrópolis, la cafetería Gressy, la tienda de "chuches" Pica Pica... Todos ellos dentro del centro comercial. Pero además, en los aledaños estaban el restaurante Zapico (ahora en Bargas), la cafetería Da Vinci (ya cerrada) y los locales que todavía permanecen: la pizzería Pastucci, el restaurante chino Amanecer Rojo (muy venido a menos) y el bar-restaurante que hoy nos ocupa: el Cuchifrito ibérico.


  La primera vez que fuimos al Cuchifrito, lo recuerdo perfectamente, fue con mi suegro. Era un viernes, mi mujer (entonces novia) volvía de la universidad en el Continental y su padre nos llevó a probar el cuchifrito (con mayúsculas y con minúsculas). Después hemos vuelto muchas veces más y siempre a tapear.

  El Cuchifrito esta frecuentado mayoritariamente por vecinos del barrio aunque también hay incondicionales que acuden más o menos regularmente desde otros pueblos cercanos. Tienen una buena selección de vinos por copas o botellas y algunas cervezas artesanas como Domus o Socarrat, para aquellos que rehuyen la cerveza de barril (bien tirada, eso sí).

  Las tapas del Cuchifrito son muy abundantes y consisten básicamente en embutido ibérico (chorizo, salchichón y cabecero de lomo); queso, lacón, jamón, patés y últimamente tomate aliñado y ensaladilla. Todo acompañado por picos camperos o pan tostado. 



  Si te apetece comer algo más que la tapa gratuita servida con la bebida, yo recomiendo lo que ellos llaman "tapa rápida". Ésta puede ser de queso de cabra con membrillo, presa adobada, chorizo frito o salmorejo; también acertarás con cualquiera de sus "pulgas" (medios bocadillos). 


  También tienen una carta de raciones, tostas y ensaladas en la que no nos hemos prodigado porque los precios no son precisamente asequibles. Es un local pequeño por lo que los fines de semana es difícil encontrar hueco, y mucho menos si juega el Madrid.

  En definitiva, es un sitio recomendable por la calidad de sus productos y por el servicio, siempre muy atento y por la facilidad para aparcar (que eso en Toledo no es cualquier cosa).

miércoles, 29 de octubre de 2014

Toledo "por Peineta"



  Toledo es universal, y por ello me siento un poco ridículo repitiendo lo que se ha dicho ya hasta la saciedad: ciudad de las Tres Culturas, cristiana, árabe y judía; ciudad abrazada por el Tajo; Capital de Imperio con Carlos V; El Greco, Garcilaso; De Rojas Zorrilla...

  Toledo se divide en tres grandes zonas: el "casco" (la zona mas turística); Santa Bárbara, el polígono, y lo que los toledanos llaman "abajo", es decir, todo lo que se encuentra fuera de las murallas y no se corresponden con las anteriores: Santa Teresa y Buenavista, principalmente. Además del entorno de los Cigarrales. No es una ciudad cómoda para turistas ni mucho menos para los propios toledanos.
  El casco con sus calles estrechas y laberínticas confina a los turistas en un espacio donde abundan los restaurantes, bares, cafeterías, tiendas de recuerdos y pastelerías, de los que es prácticamente imposible escapar. En este entorno es donde algunos empresarios sin escrúpulos hacen su agosto "desplumando" a los turistas: "al ave de paso, cañazo" ha sido durante mucho tiempo el lema de estos restaurantes.
  Sin lugar a dudas, el "restaurante" que mas vende en Toledo es el McDonalds de la plaza de Zocodover; después hay un puñado de grandes restaurantes que han dado fama a la cocina toledana (Adolfo, Casón de los López de Toledo, Locum...) y por último hay una nutrida lista de restaurantes que yo califico como "malos y caros". Vamos, que no existe la clase media que tanto abunda en otras zonas de España.



  Hoy en día no se entiende un negocio sin presencia (y buena reputación) en la Red, y así fue como dimos con el Restaurante Taberna La Peineta, que es el restaurante que hoy nos ocupa. La Peineta se encuentra en la calle Nuñez de Arce, justo enfrente del Palacio de Congresos (que siempre será "el Miradero" para los toledanos) y a un paso de Zocodover.


  La decoración trata de imitar a las clásicas tabernas andaluzas: pizarras con los manjares, fotos de folclóricas (en este caso en versión Pop Art), música flamenca... pero ni es el sitio, ni tiene solera, por lo que resulta un poco impostado.
  Hemos estado dos veces, siempre entre semana, y el precio del menú es de 8.50 euros, con bebida, pan y postre incluido. No es esto una cuestión baladí, ya que se está imponiendo últimamente la "letra pequeña" en los menús, en los que descubres que el postre o la bebida suma un par de euros al total. Atiende, con bastante diligencia, un solo camarero el comedor y la barra. Pese a todo la comida llega con rapidez a las mesas.


  De primero tomamos ensaladilla con caballa y salmorejo. La ensaladilla bastante buena de sabor y punto de la patata, con un tamaño adecuado (y más para su precio) y "coronada" con unas lascas de caballa. El salmorejo solo lleva tomate, pan, ajo, aceite y vinagre... por lo que el "salmorejo" era en realidad gazpacho ya que se notaba el pimiento y quizás pepino. Como el salmorejo "canónico" iba decorado con jamón, huevo duro y un chorrito de aceite de oliva.


  Para los segundos platos optamos por el solomillo de cerdo y los calamares a la andaluza. El solomillo fue sin duda el mejor plato de la comida: tres pequeños medallones en su punto y muy tiernos, sobre patatas panaderas y regados con salsa de queso. Los calamares a la andaluza con un buen punto de fritura, ni demasiado tiernos ni duros, y acompañados de una cazuelita de pisto. Un segundo "resultón".



  De postre pedimos tarta de chocolate y pudin. La tarta de chocolate de factura industrial, la típica de menú, pero buena no obstante y adornada con sirope de chocolate y una de las plagas de este siglo: la "nata" en spray. El pudin, en cambio sí que parecía casero, jugoso y también decorado con sirope y nata.

  Aunque de primeras el tamaño de los platos en relación a la comida hace que parezca insuficiente, realmente no es así y terminas satisfecho. 
  El menú de 8,50€ es muy cerrado. Siempre son los mismos platos. Por lo que para ir muy a menudo no es aconsejable. Sin embargo por 12 euros puedes pedir de segundo el pescado o la carne del chef.

  En resumen, una comida muy digna a un precio increíble... y más tratándose de un sitio tan turístico como Toledo. Para repetir sin duda.



viernes, 12 de septiembre de 2014

Protocolo: Un "vinazo" para todos los días



  Como siempre los vinos vienen a mi (o voy yo a ellos) por casualidad, por azar, por que sí, vamos. En este caso concreto, la elección de este vino fue por descarte.
  Entre los vinos escritos con tiza en la pizarra del bar estaban los clásicos Cvne y Finca Constancia; el verdejo (así en general) el rosado de la Tierra de Castilla Barbarosa y dos desconocidos para mi: Protocolo tinto también de la Tierra de Castilla y Melior tinto de la Ribera del Duero. Al final, aconsejado por mi amigo Félix opté por el Protocolo... y acerté (o acertó).



  La denominación Vinos de la Tierra de Castilla es la vía para comercializar los vinos de Castilla - La Mancha que no están adscritos a las Denominaciones de Origen existentes pero que por su calidad tampoco encajan en los denominados vinos de mesa o en los mas recientes y restrictivos "vinos de Pago".
El Protocolo tinto 2013 es un vino elaborado por la familia Eguren en sus bodegas de Villarta en la provincia de Cuenca. La familia Eguren, originaria de La Rioja, lleva mas de 100 años elaborando vino, primero en sus viñedos al abrigo de la Sierra de Cantabria y posteriormente en la zona de Toro y Cuenca.
  Es ese Protocolo un vino joven monovarietal 100% tempranillo, color rojo rubí con ribete casi morado. En nariz se muestra muy frutal, sobre todo nos evoca a frutos rojos. El paso por por boca es sedoso con una acidez y taninos muy suaves y afinados. Final corto con recuerdos especiados.
  Nada mas probarlo me convenció y parece que no fui al único: 87 puntos Parker; incluido en el Top 100 de las mejores compras calidad/ precio para Wine Enthusiast y Decanter lo incluyó como una de las mejores 30 compras para Navidad...
  Vamos, que viene bien avalado.





  El precio, por supuesto, es otro de sus grandes atractivos. Todavía no lo he visto en los supermercados que frecuento, pero en paginas de venta de vino online su precio oscila entre los 2.80 y los 3.40 €.
 
En definitiva, estamos ante un vino muy bien hecho, con una relación calidad/ precio magnífica y que nos permite huir de las D.O típicas.

miércoles, 13 de agosto de 2014

La Celestina. Cenando en una cueva



  Dicen que uno no es profeta en su tierra y camino llevaba de convertirse en verdad en la Puebla de Montalbán, dónde nunca he sabido dónde mandar a comer a la gente. Porque hasta ahora la única manera de comer bien en mi pueblo era gastándose el dinero en un restaurante de cierto lujo y cierta fama del que quizá hable en otro momento.
  Bueno, a todo esto, La Puebla de Montalbán (Toledo), es cuna de Fernando de Rojas y de otros personajes ilustres como el Cardenal Pacheco o el médico de Felipe II, Francisco Hernández. La plaza mayor de planta cuadrada alberga los soportales con bares y comercios a un lado, el palacio de los duques de Osuna en el costado opuesto y la iglesia parroquial del siglo XVI frente al ayuntamiento. Una plaza hasta hace poco muerta y ahora llena de vida gracias a las terrazas.
  Pared con pared con el Ayuntamiento y frente a la iglesia se encuentra el restaurante que nos ocupa: Restaurante taberna La Celestina.

  El local, como otras muchas casa pueblanas, tiene una cueva que en este caso ha sido totalmente restaurada y dividida en varios salones de distinta capacidad. Está todo decorado con aperos de labranza y revestido de ladrillo toledano.
  La cena en esta ocasión era una reunión de siete amigos, todos pueblanos, aunque no todos residentes allí y con más ganas de hablar y reír que de criticar la comida.
  Tomamos unas cervezas y unos vinos antes de bajar a la cueva y dado lo angosto de la entrada tuvimos que estar moviéndonos cada vez que pasaba el camarero. Tiene una carta de vinos escueta pero muy buena y con precios contenidos. Yo tomé Protocolo tinto de Tierra de Castilla. Muy bueno y a 1,20 € la copa.

  Para cenar habíamos acordado un menú de 15 euros que al final me pareció espectacular por cantidad, calidad y precio. Tengo pocas fotos de la cena, por lo animado de la misma, así que tendréis que fiaros de mi palabra.

  Como primeros tomamos espárragos blancos con langostinos, sopa de marisco, ensalada mixta y entremeses. Lo mejor sin duda los espárragos, de un tamaño considerable y sin muchas hebras. La sopa de marisco muy abundante, sabrosa y con mucho "escombro". Los platos mas flojos: la ensalada en la que abundaban la zanahoria en conserva y la remolacha (¡cómo no!) y los entremeses que no destacaban por su calidad pero que sí incluía una bola de ensaladilla que resultó ser lo mas interesante del plato.

  Como segundos platos todos pedimos o entrecot a la parrilla o solomillo al Cabrales. Los que pedimos entrecot salimos encantados por el tamaño, el punto de la carne, las patatas y el sabor. Por contra, los que pidieron solomillo acabaron decepcionados porque no era solomillo. Más bien se trataba de algún tipo de "escalopín" que no era lo esperado aunque estaba bueno.


   De postre todos tomamos helado en sus distinta versiones: copas, cucuruchos o tarta y lo acompañamos de un café y una copa o tónica ya en la terraza y fuera de menú.

  A destacar también el vino de la casa con el que acompañamos el menú: Rasgón de María syrah 2013. Vino de la Tierra de Castilla muy bueno, con aromas de fruta roja y paso por boca suave y con poca acidez.
  En definitiva, una cena que salió por menos de 20 euros con el vino/cerveza de la entrada y la copa/tónica del final. Servicio atento y amable aunque algo "verde" todavía. 
  Para repetir, sin duda.


martes, 8 de julio de 2014

Pizzas Mardel, "en ca' Atilio"


  Torrijos, enclavada a medio camino de Toledo y Talavera, ha sido históricamente la "capital" comercial la comarca. Mientras el resto de los pueblos eran eminentemente agrícolas y ganaderos, Torrijos, bien sea por su población, por el ferrocarril, por ser cabeza de partido judicial, o por su peso en la Diputación, siempre estuvo ligada al comercio.
  Con el permiso de históricos personajes ilustres como Gutierre de Cárdenas, Teresa Enríquez o Alonso de Covarrubias, quien más ha llevado el nombre de Torrijos por el mundo ha sido Manuel Díaz Ruiz. Seguramente no lo conocerán por su nombre pero si les digo que es el fundador de Navidul... ¿la cosa cambia, verdad?

  No hace tanto en Torrijos era donde se encontraban los únicos institutos de enseñanza secundaria de la comarca, así que raro son los noviazgos que no han empezado de esa manera en Torrijos. Ni que decir tiene, que estoy casado con una torrijeña con corazón toledano.



  En el primer año de noviazgo conocimos la Pizzeria Mardel en su ubicación originaría. En la calle de los Molinos frente a la galería comercia San Gil. Era como un hogar, una casa pequeña, con su zócalo y las cortinas y plantas en las ventanas. Tenía una cocina vista en la que trasteaba un argentino grande, afable, de Mar del Plata e hincha de River: Atilio. Su esposa "Ráquel" (como la llama Atilio y por ende nosotros) atendía el comedor y animaba a los clientes a "terminárselo todo".
  Unos años más tarde llegó la fiebre de la construcción y el dueño vendió el local para construir pisos... pero se quiso subir al carro demasiado tarde y ahí sigue el solar sin construir. Por aquel entonces (hará unos siete años) la Pizzeria Mardel se mudó a su actual ubicación en la avenida de la Plaza de Toros. Un local renovado, mas grande y con más aparcamiento, pero quizás con menos encanto que la casita.

Aunque se llame Pizzeria, en la carta hay prácticamente de todo: carnes, hamburguesas, raciones, bocadillos, platos combinados... y rara vez pedimos pizza.

La ultima experiencia fue hace apenas una semana. Fuimos con otra pareja, nos sentamos en "nuestra" mesa y después de ofrecerles la carta a nuestros amigos les recomendamos y explicamos los platos. Siempre pedimos plato único y no siempre somos capaces de terminarlo.

Tomamos Pollo al horno, filete napolitano, churrasco y cruceta o secreto de cerdo ibérico.




  Yo pedí el pollo a la plancha. Es un plato que pido habitualmente y que como se ve en la foto es un cuarto de pollo deshuesado con la alita entera y la piel crujiente. Se acompaña de patatas fritas y una rodaja de limón (que nunca utilizo). Es un plato para acertar seguro: en su punto y con sal gorda por encima.
  
  Mi esposa se veía con ánimos (o con hambre) y pidió el filete napolitano. Lo suele pedir dos o tres veces al año a modo de gesta, ya que el tamaño es mas que considerable. Es una especie de "cachopo" asturiano y consta de un filete de ternera empanado y frito (un escalope de toda la vida) al que se "enriquece" con tomate, jamón cocido y queso, y se gratina en el horno. Vamos lo que viene a ser una pizza con base de carne. Está realmente bueno, el filete es extremadamente tierno y el rebozado muy ligero. Y por si fuera poco, también se acompaña de patatas fritas y una rodaja de tomate.
  
  Nuestros acompañantes optaron por el churrasco y la cruceta de cerdo por recomendación nuestra y la verdad que se fueron contentos con nuestra sugerencia.
  El churrasco es otro de los platos que mas suelo pedir y como todos los platos en este rincón hispano-argentino tiene un tamaño más que considerable. También como casi todos los argentinos acostumbra a pasar la carne un poco más de lo necesario, nada que no se pueda solucionar si se avisa de antemano. Te ofrece para acompañar este plato chimichurri casero que hasta hoy no he probado pero nuestro acompañante es esta ocasión lo hizo. Nuestro amigo, que es de buen comer, optó por la cruceta o secreto de cerdo. Un plato que yo no había probado nunca aquí pero que en vista de la calidad y cantidad pedí a la semana siguiente que volvimos a "la Mardel".
  Como siempre decimos Marta y yo: "el secreto es imposible hacerlo mal". Bueno, a no ser que te esfuerces mucho, lo carbonices y lo riegues con limón... en ese caso habría que imponer pena de cárcel para el autor de tamaña fechoría. Ponen muy buena ración de secreto (algo mas hecha de lo deseable pero sin llegar a los extremos de la imputación penal) y acompañado de patatas fritas y salsa chimichurri.


En resumen, se trata de un local muy recomendable para cenas o comidas informales. Buena calidad, cantidad, precios contenidos y trato amable y cercano. Como dicen ahora los modernos: un must en Torrijos.



http://www.pizzeriamardel.com/

martes, 10 de junio de 2014

El Castellano, cruce de caminos



  Maqueda se encuentra en un cruce de caminos entre Madrid, Toledo, Talavera y Avila. Vamos, que siempre ha sido tierra de paso, de parada y fonda.

  Lo mas conocido de este pueblo, y visible desde la A-5, es el Castillo de la Vela, que se empezó a construir en el siglo X y que alcanzó su esplendor en el siglo XV con personales de la talla del Condestable Don Álvaro de Luna, el Cardenal Mendoza, el Arzobispo de Toledo Alonso de Carrillo o el Contador del Reino Gutierre de Cárdenas. Después de servir como cuartel de la Guardia Civil y ser restaurado para acoger el archivo de esta institución, ahora se encuentra en proceso de venta por el Estado para obtener liquidez.



  El restaurante que nos ocupa hoy es el Mesón Castellano, un restaurante con 40 años de historia y tres generaciones a sus espaldas. Aunque ya sabemos que la conversión de las antiguas carreteras nacionales en autovías ha acabado con la mayoría de los negocios, "El castellano" (como le llamamos por aquí) sigue resistiendo el paso del tiempo y a eso que llamamos el "progreso".
  El Castellano dispone de salón para carta, salón para menú y otro espacio diferenciado para bodas: La Ventilla del Escribano. 
  Nosotros optamos por el menú del día de 9.50 € que ya habíamos probado otras veces y que es realmente bueno. La mejor prueba de ello es que tuvimos que esperar 20 minutos a que nos dieran mesa.
Nada mas entrar uno ya se da cuenta de que estamos ante un restaurante que cuida los detalles: manteles y servilletas de tela; botellas de agua de cristal, copas finas, panecillos individuales... El servicio es atendido con diligencia y amabilidad por varios camareros y uno de los dueños, que te "cantan" el menú a la antigua usanza y te recomiendan el guiso del día.
En esta ocasión eramos cuatro los comensales por lo que pudimos compartir y valorar mas platos que de costumbre.


  Como primeros platos tomamos: entremeses, ensalada mixta, sopa de picadillo y espaguetis al roquefort.

  Los entremeses incluían jamón cocido, jamón serrano, queso tierno, salchichón, chorizo, mortadela, tortilla, aceitunas, canapé de salmón y pimiento frito. Buena cantidad y calidad correcta como corresponde al menú.   Lo mejor la tortilla, muy buena, y también el canapé de salmón.
  La ensalada mixta muy abundante también y acusaba el mal que nos acecha estos días: el exceso de zanahoria rallada.
  La sopa de picadillo también muy abundante, servida en cazuela de barro, sustanciosa y trocitos de jamón y pollo. Quizá desentonaba un poco el jamón tipo york que no aporta mucho al sabor, pero contribuye al número de "tropezones".

  Los espaguetis al roquefort son un plato contundente, plato único en cualquier casa. Estos estaban buenos, bien de punto de cocción (cosa rara para un menú), con bastante queso y carne picada.


  Como segundos platos pedimos: escalope de ternera, conejo al ajillo, solomillo de cerdo a la pimienta y dorada a la espalda.

  El escalope, de tamaño generoso, y con un rebozado fino era bastante tierno, buen punto de fritura con el pan rallado sin quemar y acompañado con patatas fritas "de verdad".
  El conejo al ajillo, aún estando bueno, fallaba en el aspecto visual (demasiado blanquecino). Para nuestro gusto deberían haberlo dorado un poco mas, pero estaba bien de sabor y tierno. Fiel al estilo casero, también presentaba demasiado aceite en el plato.
  El solomillo de cerdo era espectacularmente tierno para no ser ibérico, ración de muy buen tamaño como todos los demás platos y para mi gusto exceso de salsa a la pimienta.
  Es raro en un menú del día encontrar pescado de cierta calidad. En éste, había lubina y dorada, todo un lujo. Yo opté por la dorada a la espalda, y aunque no era una ración especialmente grande si estaba bien cocinada y parecía fresca. El único "pero" que le pondría es que llegó a la mesa ya templada, así que se quedó fría rápidamente.
  Para los postres pedimos tarta de San Marcos, tarta de chocolate y milhojas con crema de almendras. Los tres de factura industrial pero muy ricos y acordes con el resto del menú. Especialmente suave y con azucar caramelizada la tarta de san Marcos, contundente la de chocolate que recordaba a la "tarta de la abuela" y crujiente como debe el milhojas.
 
  Ya fuera de menú, pedimos un café que suele ser el gran olvidado en los restaurantes a pesar de ser el último recuerdo que te llevas y el producto más barato de los consumidos y, para mi sorpresa, este estaba bueno y puso el broche de oro a nuestra comida con amigos.

Valoración: comida tradicional con productos de calidad a muy buen precio.


sábado, 10 de mayo de 2014

Monasterio de las Viñas



 Si la elección de mis vinos es casi siempre casual, este no podía ser menos, aunque con matices. 
 Fuimos a un supermercado buscando un vino por que tuviera "buena pinta" para una cena a la que nos habían invitado unos amigos. Queríamos un vino que no hubiéramos probado antes; que no sobrepasara los 5 ò 6 euros y no perteneciera a las denominaciones de origen más conocidas y poco dadas a las sorpresas de Rioja o Ribera del Duero.
 Al final nos decantamos por un vino de la D.O Cariñena: Monasterio de las Viñas reserva 2006.


 Es un vino compuesto de tres variedades de uva; garnacha (70%), tempranillo (20%) y cariñena (10%). La crianza de las uvas se realiza por variedades, permaneciendo cada variedad 12 meses en barricas de roble americano para la garnacha y francés para el resto para posteriormente realizar el coupage y el afinado en botella durante 24 meses.
 Presenta un color rojo rubí con ribete casi anaranjado, buena lágrima y aromas a fruta madura principalmente. El paso por boca es sedoso, con taninos muy afinados y final algo corto.
Nosotros lo maridamos con solomillo a la salsa de mostaza preparado por nuestros amigos Arantxa y Jesús, pero combina con cualquier cosa que se tome en buena compañía.



En resumen, un vino muy "RobertParkiano" (no en vano éste le otorgó 90 puntos en su guía), laureado con medalla de plata en el Concurso Internacional de Vinos Bacchus de 2006 y muy recomendable por su relación calidad- precio.

miércoles, 16 de abril de 2014

Menú todoterreno en Madrigal

  Cuando en la llanura manchega aprieta el calor, lo hace con ganas.
  Con temperaturas alrededor de los 40 ºC y humedad que ronda el 15 % no queda mas remedio que enclaustrarse en casa en las horas de mas calor, darse un chapuzón en la piscina o huir como alma que lleva el diablo hasta el río mas cercano ya que la playa se encuentra como mínimo a 400 km.
  En esta huida muchos toledanos acaban en alguna de las gargantas de la zona de la Vera en Cáceres o de Candeleda en Ávila. "A la vera de Gredos", como dice la publicidad institucional.


  Salvo los fines de semana o festivos no suele ser una zona masificada, de tal manera que uno puede bañarse con cierta tranquilidad sin ser golpeado por otro bañista, una pelota o cualquier otro accidente y lo mismo pasa a la hora de la comida. Se puede comer en las mesas dispuestas a tal fin en el entorno, en algún restaurante o merendero cercano o lo mejor de todo: puedes ir al pueblo de Madrigal de la Vera y en la misma travesía comer en el Hostal Victoria- Restaurante Doña Conchi.
  La primera vez acabamos en este restaurante por casualidad, ¡cómo no!. El restaurante-merendero al que siempre íbamos estaba cerrado y no eran horas para andar buscando. Es un restaurante que abre todo el año y dependiendo de la estación y la afluencia de público se utiliza la terraza, el salón o ambos a la vez. En ambos espacios la carta, el menú y el precio es el mismo.
  El Doña Conchi es un restaurante "todo terreno"; es decir, allí coinciden lugareños, turistas, trabajadores de obras cercanas o comerciales en ruta.
  Es sobre todo un restaurante de menú del día, pero de un menú extraordinario por variedad (10 ó 12 platos de primero y otros tantos de segundo), calidad y cantidad. El precio es de 9 euros con postre y bebida y te invitan a un chupito. Si quieres hacer un "extraordinario" puedes pedir el menú especial que da a elegir entre chuletón, entrecot, paletilla de cordero o cochinillo y algo más por 20 euros.
  Hace apenas un mes hicimos una visita a este restaurante después de dar un paseo por el entorno de la garganta de Alardos, fuimos "a tiro hecho" y nos acomodamos en la terraza ya que la temperatura era agradable.
  Como primer plato tomamos paella y ensaladilla. La paella buena de sabor y gran tamaño pero con la maldición (comprensible) que sufrimos en estos días: "el arroz que no se pasa". Algún trozo de pollo, chirlas y exceso de pimiento para mi gusto, completaban el plato. La ensaladilla también de buen tamaño y sabor, con atún a modo de corona pero que también pecaba de exceso de pimiento rojo y aceitunas con hueso.

  Para los segundos optamos, con suerte desigual, por codillo y presa. El codillo realmente bueno de sabor y de punto de asado; acompañado de patatas panaderas con pimentón de la Vera (no podía ser de otra manera) y de un tamaño mas que importante. El secreto era de cerdo blanco (por 9 euros no vamos a pedir ibérico aunque no deberían anunciarlo como tal en el menú) y fue vilmente "achicharrado" en la plancha, acabando con la mínima infiltración de grasa que pudiera tener. D.E.P.


  Para los postres tomamos natillas con su galleta reglamentaria y mousse de chocolate bañada en sirope de chocolate. Nada que reseñar para bien, se ve que tiene poco aspecto "casero".

  Valoración: En esta ocasión no acertaron con el punto del secreto, pero es un sitio muy recomendable y al que volveremos mas pronto que tarde.





lunes, 3 de marzo de 2014

El Torreón, en Baeza



  Lo nuestro con Baeza es un "idilio" que viene de largo.
  Hace 6 años que estuvimos por primera vez y aunque pernoctamos en Úbeda (por azares que dan para una entrada completa) fue Baeza la que nos enamoró. Ambas ciudades están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2003 y son dos auténticas joyas renacentistas.


  Baeza cuenta con unos 16.000 habitantes, prácticamente la mitad que Úbeda, y sigue conservando todo lo bueno de los pueblos: el trato cercano, la gente que hace vida en la calle, el aperitivo, y el "tapeo" que no falte... En Baeza se tapea bien en todos los sitios, pero entre todos estos bares hay uno que sobresale y es al que volvemos y llevamos a amigos siempre que podemos: El Torreón.

  El bar en cuestión se encuentra muy cerca de la Plaza del Pópulo, centro neurálgico de la ciudad y frente a la Puerta de Úbeda. De ahí el nombre de "El Torreón". Una placita céntrica y con varios hoteles cerca, entre ellos el nuestro, por eso caímos en su terraza y casi no fuimos capaces de volver al hotel. Cuenta con una amplia terraza con mas de 20 mesas, atendida con rapidez y amabilidad por dos camareros y el dueño que echa una mano para recoger e intentar acomodar los que esperan, que suele ser lo habitual.
  Lo curioso al tratarse de tapas gratis con la bebida, es que tienen una carta de tapas y cada "comensal" elige la que prefiere: caracoles, cazón, patatas alioli, chorizo al infierno, lomo con berenjena, chapata con jamón y salmorejo, gambas con gabardina, pincho de sepia... Siendo Baeza un pueblo turístico y El Torreón un bar situado en el centro uno podría pensar que le van a "crujir" y sobretodo con este lujo de tapas. Nada mas lejos de la realidad.
  Los precios son los mismos o inclusos mas baratos que en cualquier bar de mala muerte y buen "sablazo" de los que abundan por nuestra manchega llanura.
Los precios son 1.80 € el refresco; 1.50 € la caña y 2€ la jarrita de barro helada. Para poneros los dientes largos otra galería de fotos de tapas "torreónicas"


miércoles, 19 de febrero de 2014

¿El tamaño importa? Cachopo vs. Cordon bleu

Cordón bleu es un filete de pechuga de pollo envolviendo una loncha de jamón alrededor de una loncha de queso. El  escalope Cordón Bleu puede ser una sugerente variante del escalope "vienés". En cualquier caso, el Cordón Bleu "canónico" sugiere el uso de queso de Gruyere y algo más parecido al bacon que al jamón hispano y desde luego no se hace un cucurucho con él. Su origen está sujeto a discursión.
Como curiosidad es a fines del siglo XIX  cuando una periodista francesa, Marthe Distel, comercializó por primera vez el término "cordón bleu" cuando creó una revista de cocina, "La Cuisiniere Cordón Bleu" en 1895.

Cachopo es una palabra que en asturiano (en castellano se refiere a un tronco seco y hueco de árbol) se refiere en su forma original a dos filetes de ternera habitualmente bastante grandes (en Asturias se pueden encontrar cachopos de hasta 50 cm en restaurantes y chigres) y entre ellos jamón y queso. El conjunto se come frito y caliente tras ser rebozado en pan rallado y huevo y se suele servir con guarnición de patatas, pimientos y/o champiñones y en ocasiones con queso fundido por encima.
El periodista Rubén Galdón atribuye su invención al cocinero asturiano Fernando Martín, ya desaparecido, el mismo que en 1986 consiguió una estrella Michelin en su restaurante Trascorrales de Oviedo. Sucedió en su restaurante ovetense El Pelayo, ya clausurado, donde sirvió por vez primera un cachopo gigante relleno de espárragos y jamón con un frixuelo (crêpe) dentro.
En principio el San Jacobo son dos filetes de cerdo en cuyo interior se resguarda el queso todo ello rebozado y frito. El cerdo normalmente en formato "jamón", hoy en día es el jamón cocido (llamado de York) el ingrediente más usado. Enrollado pasaría a denominarse flamenquín.
 Otro primo sería el filete napolitano. Se llama milanesa a cualquier rebanada de un ingrediente que se pase por huevo batido y pan rallado y luego se frite, existiendo así milanesas de pollo, de pescado, de soja, de berenjena, de mozzarella, etc... La milanesa a la napolitana, contrariamente a lo que podría creerse, no es originaria de Nápoles sino de Buenos Aires, donde fue creada en un restaurante ya desaparecido, que estaba ubicado frente al estadio Luna Park, llamado Nápoli (cuyo propietario era José Nápoli). La diferencia con una milanesa simple es que la milanesa a la napolitana parece una pizza.

Según veo por intenet parece que un San Jacobo o un Cordon Bleu es bastante pequeño y que suele ir acompañado de una buena guarnición. Y con los cachopos de Asturias lo normal es que se compartan entre 2 o 3 personas y aún así sobre. 
En el artículo de Carlos Capel ¿quién no ha comido cachopo? comenta que en la guía del cachopo los locales compiten en tres aspectos, calidad, tamaño e imaginación en los rellenos Y se reseñan varios lugares que luchan por ofrecer el de mayor tamaño. Entre ellos El Mesón de Furaco (Las Vegas) 45x30 cm; Restaurante del Acuario (Gijón), 35x40 cm y Casa Marisa (Avilés) 40x25cm.

De ahí la mi pregunta... ¿el tamaño importa? 


Qué hambre me está entrando...
Os dejo. Voy a empanar algo que encuentre por la nevera.





http://blogs.elpais.com/gastronotas-de-capel/2014/02/quien-no-ha-comido-cachopo.html
http://historiasdelagastronomia.blogspot.com.es/2006_09_01_archive.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Gastronomía_de_Asturias
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Milanesa_napolitana_(1).jpg

jueves, 30 de enero de 2014

El syrah de la ribera del Pusa

  Como siempre, mis encuentros con los vinos son casuales, casi flechazos o amores a primera vista. 

  Este que nos ocupa hoy llegó a mí (literalmente) en el curro. Donde yo trabajo vendemos un poco de todo, también vinos que oscilan entre lo deleznable y lo correcto, a unos precios nada baratos, naturalmente. 



  Lo primero que me llamó la atención fue la etiqueta, cosa lógica porque es la carta de presentación de un vino del que no tienes noticias. En este caso es una etiqueta sobria, sin fotos de viñas, campos o racimos, en la que predomina el negro y adornada únicamente por una flor de lis. (Valiente crítico estoy hecho, juzgando un vino por su botella...) 
  
  Se trata del vino Capilla del Fraile 2008, un vino de la Tierra de Castilla elaborado con uvas tan poco "castellanas" como syrah y petit verdot en las bodegas del mismo nombre en el término de San Bartolomé de las Abiertas (Toledo). Muy cerca la finca de Carlos Falcó en Malpica de Tajo, con quien comparte amistad y pasión por el aceite de oliva virgen extra. 



  Es este Capilla del Fraile un vino con una crianza de 12 meses en barricas de roble francés y un posterior "afinado" de dos años en botellero. A pesar de su alto contenido alcohólico (14,5%), sin duda influenciado un 40% de uva Petit Verdot, presenta una entrada en boca fresca, con buena acidez y se muestra sabroso y amplio con un retrogusto potente. En nariz también se muestra potente con notas sobre todo de fruta madura y especias, incluso cacao. En cuanto al aspecto visual presenta un tono rojo picota y una lágrima brillante y de buena densidad. 

  Como en todos los vinos de crianza prolongada, se recomienda acompañarlo con carnes rojas, asados, quesos curados...pero yo recomiendo maridar el vino con la mejor compañía, y así lo hicimos gracias a nuestra anfitriona, Arantxa. 


  Se trata de un vino mas que correcto y con un precio de 5.60 euros.


martes, 21 de enero de 2014

Master's la ginebra resultona


  No cabe ninguna duda de que asistimos a una burbuja "gintoniana". No hay bar, taberna o cuchitril que no ofrezca ginebras mas o menos premium a precios desorbitados, con hielos que desmerecen la nobleza del gin tónic (mi amigo y gran entendido en la materia, Carlos Iserte, exige que laven los hielos antes de ponerlos) y lo mas grave: utilizando la infame tónica Nordic mist. 
  Por supuesto tampoco faltan en estos sitios de moda los botánicos: bayas de enebro, cardamomo, pepino, corteza de limón o pimienta rosa. Muchas veces usados a granel y que, lejos de mejorar el combinado, lo convierten en algo desconcertante pero digno del mejor "postureo".  

  
  Dicho esto, afirmo solemnemente que soy un defensor de la ginebra y del gin tonic pese ser la moda del momento, y que hago una selección de ginebras por precio (desechando las mas caras, por su puesto) y consumidor confeso de tónica Schweppes.
  La ginebra Gin Masters es una ginebra "premium" elaborada en España por la familia Giro (seguro que os suena Gin MG). Es una ginebra del tipo London Dry Gin y triple destilación. Partiendo de un alcohol de 96º y por destilaciones sucesivas se obtiene una ginebra de 40º de alcohol. En la segunda y tercera destilación es cuando se la añaden los botánicos (enebro, cilantro y cardamomo) y un toque cítrico obtenido con la maceración de cáscaras de naranja dulce y amarga durante 12 meses y su posterior destilación.

  Según mi cata, nada profesional, puedo decir que lo primero que llama la atención su aspecto limpio, cristalino y brillante así como su aroma muy delicado que recuerda a pino, a hierba fresca y toques de naranja.


  Después de una breve cata la tomamos mezclada con tónica Schweppes  con una rodaja de limón como todo acompañamiento, y resulta de lo mas refrescante.

  Resumiendo; una ginebra "buena, bonita y barata" para quedar bien sin arruinarse.





viernes, 10 de enero de 2014

Llegamos al norte (El Siete puertas)

  Tardamos años en viajar al norte peninsular. Nos parecía oscuro, triste, con poca vida social... ahora sé lo confundido que estábamos.

  Caímos casi por casualidad en Asturias, por suerte en Llanes la "capital" de oriente asturiano, y nos quedamos tan prendados de esta tierra que hemos vuelto a la menor oportunidad. 

  Llanes es mar a un lado y al otro lado la sierra del Cuera; la senda costera que te acerca al mar y a sus asombrosos "bufones"; el paseo de San Pedro con bancos que miran al infinito; las playas de Toró y el Sablón; los cubos de la memoria de Ibarrola; las casonas indianas; y por supuesto la gastronomía, Porque en Asturias hay vida mas allá de la fabe, la sidra y los chigres.

  Este restaurante lo descubrimos la primera vez que fuimos a Llanes gracias al "boca-boca" de los internautas, y se ha convertido es nuestro restaurante de referencia siempre que vamos por Asturias. Hablamos del Siete Puertas, un restaurante que pese a estar en el centro mismo de Llanes y siendo lugar de paso obligado para visitantes, se ve que no es el típico restaurante para turistas, de aquellos de "a ave de paso, cañazo". Se trata de un restaurante con una decoración elegante, fina vajilla y cubertería, manteles y servilletas de tela y todo un sin fin de detalles que lo alejan mucho de lo que entendemos por un restaurante para turistas o de menú. Porque esa es otra, se come de escándalo con cualquiera de sus menús.


  Antes de entrar en el tema gastronómico, he de decir que el trato es realmente exquisito. No importa que esté lleno, que no haya mesa o pidas el menú más barato. El cliente (que al fin y al cabo es el que paga) siempre es atendido con amabilidad y eficacia. Puedes elegir entre el salón y la terraza, esta última situada en una plaza pintoresca y acondicionada para invierno y verano.

  La cocina la maneja a la perfección el chef vasco Mario Lázaro que además de gran cocinero (no en vano ha trabajado con el tres estrellas Michelín, Eneko Atxa) es un excelente anfitrión. Basta que hayas ido dos veces al restaurante para que salga a saludarte y a recomendarte algún plato.

  Empezaré diciendo que es la tercera vez que vamos a Llanes y la quinta vez (creo) que comemos en el Siete Puertas, eso ya es una garantía de que no defrauda ni un ápice. Cuando uno tiene una primera experiencia magnífica, el peligro es idealizarlo de tal forma que las sucesivas puedan resultar algo decepcionantes. En el caso del Siete Puertas nunca hemos salido con esa sensación; al contrario nos parecía que estábamos descubriendo algo nuevo siempre.

  El primer día, al ser entre semana, optamos por el menú de 12.50 € que es espectacular, por precio, por calidad del producto, y por servicio. De entrada te obsequian con el aperitivo de pastel de cabracho o merluza (según el día o el mercado) con salsa rosa, cebolla caramelizada y pan tostado, ¡está buenísimo! pero conviene no acabárselo si quieres comerte todo lo demás.


  De primero optamos por un clásico de la casa: la ensalada de mar y tierra, que liga magistralmente setas, calamares, lechuga... y por una sorpresa: las "Kikas" de marisco (bautizadas así en honor a una tía del chef),  y que son una explosión de marisco dentro de un saquito de pasta brick con una textura que recuerda a la brandada de bacalao.


  Para el segundo plato pedimos solomillo albardado con beicon realmente tierno y jugoso y presa al Cabrales también magnífica. Creo recordar que estos dos platos son nuevos en el menú y desde luego han resultado un éxito.


  Por último tomamos un surtido de postres caseros que hasta a los más golosos dejaría exhaustos: tarta de chocolate, suave y que a mi me recuerda a la Nocilla de mi infancia; tarta de almendras con un toque salado realmente sorprendente y tocinillo de cielo con una textura sedosa que me ganó para la causa. 

  Vamos, divino.