miércoles, 29 de octubre de 2014

Toledo "por Peineta"



  Toledo es universal, y por ello me siento un poco ridículo repitiendo lo que se ha dicho ya hasta la saciedad: ciudad de las Tres Culturas, cristiana, árabe y judía; ciudad abrazada por el Tajo; Capital de Imperio con Carlos V; El Greco, Garcilaso; De Rojas Zorrilla...

  Toledo se divide en tres grandes zonas: el "casco" (la zona mas turística); Santa Bárbara, el polígono, y lo que los toledanos llaman "abajo", es decir, todo lo que se encuentra fuera de las murallas y no se corresponden con las anteriores: Santa Teresa y Buenavista, principalmente. Además del entorno de los Cigarrales. No es una ciudad cómoda para turistas ni mucho menos para los propios toledanos.
  El casco con sus calles estrechas y laberínticas confina a los turistas en un espacio donde abundan los restaurantes, bares, cafeterías, tiendas de recuerdos y pastelerías, de los que es prácticamente imposible escapar. En este entorno es donde algunos empresarios sin escrúpulos hacen su agosto "desplumando" a los turistas: "al ave de paso, cañazo" ha sido durante mucho tiempo el lema de estos restaurantes.
  Sin lugar a dudas, el "restaurante" que mas vende en Toledo es el McDonalds de la plaza de Zocodover; después hay un puñado de grandes restaurantes que han dado fama a la cocina toledana (Adolfo, Casón de los López de Toledo, Locum...) y por último hay una nutrida lista de restaurantes que yo califico como "malos y caros". Vamos, que no existe la clase media que tanto abunda en otras zonas de España.



  Hoy en día no se entiende un negocio sin presencia (y buena reputación) en la Red, y así fue como dimos con el Restaurante Taberna La Peineta, que es el restaurante que hoy nos ocupa. La Peineta se encuentra en la calle Nuñez de Arce, justo enfrente del Palacio de Congresos (que siempre será "el Miradero" para los toledanos) y a un paso de Zocodover.


  La decoración trata de imitar a las clásicas tabernas andaluzas: pizarras con los manjares, fotos de folclóricas (en este caso en versión Pop Art), música flamenca... pero ni es el sitio, ni tiene solera, por lo que resulta un poco impostado.
  Hemos estado dos veces, siempre entre semana, y el precio del menú es de 8.50 euros, con bebida, pan y postre incluido. No es esto una cuestión baladí, ya que se está imponiendo últimamente la "letra pequeña" en los menús, en los que descubres que el postre o la bebida suma un par de euros al total. Atiende, con bastante diligencia, un solo camarero el comedor y la barra. Pese a todo la comida llega con rapidez a las mesas.


  De primero tomamos ensaladilla con caballa y salmorejo. La ensaladilla bastante buena de sabor y punto de la patata, con un tamaño adecuado (y más para su precio) y "coronada" con unas lascas de caballa. El salmorejo solo lleva tomate, pan, ajo, aceite y vinagre... por lo que el "salmorejo" era en realidad gazpacho ya que se notaba el pimiento y quizás pepino. Como el salmorejo "canónico" iba decorado con jamón, huevo duro y un chorrito de aceite de oliva.


  Para los segundos platos optamos por el solomillo de cerdo y los calamares a la andaluza. El solomillo fue sin duda el mejor plato de la comida: tres pequeños medallones en su punto y muy tiernos, sobre patatas panaderas y regados con salsa de queso. Los calamares a la andaluza con un buen punto de fritura, ni demasiado tiernos ni duros, y acompañados de una cazuelita de pisto. Un segundo "resultón".



  De postre pedimos tarta de chocolate y pudin. La tarta de chocolate de factura industrial, la típica de menú, pero buena no obstante y adornada con sirope de chocolate y una de las plagas de este siglo: la "nata" en spray. El pudin, en cambio sí que parecía casero, jugoso y también decorado con sirope y nata.

  Aunque de primeras el tamaño de los platos en relación a la comida hace que parezca insuficiente, realmente no es así y terminas satisfecho. 
  El menú de 8,50€ es muy cerrado. Siempre son los mismos platos. Por lo que para ir muy a menudo no es aconsejable. Sin embargo por 12 euros puedes pedir de segundo el pescado o la carne del chef.

  En resumen, una comida muy digna a un precio increíble... y más tratándose de un sitio tan turístico como Toledo. Para repetir sin duda.